miércoles, 1 de junio de 2016

Normalmente me levanto antes de la madrugada y tengo la suerte de poder ver amanecer muchos días. Cuando la mayoría de personas están aun durmiendo o recién levantándose para ir a trabajar el sol ya está empezando a salir explosionando en el cielo en un sin fin de colores y tonos distintos que se entremezclan creando un espectáculo único e irrepetible día a día. No hay dos amaneceres iguales, ni dos días iguales. 

Si sentimos que nuestros días son monótonos y repetitivos tenemos la responsabilidad de aliñarlos con un poquito de creatividad. Cualquier pequeño cambio que agreguemos a nuestra rutina diaria puede cambiar el resto de la jornada. Podemos ir a dar un pequeño paseo por la ciudad al salir del trabajo, tomar una pausa para tomar un café con aquella amiga que hace tanto tiempo que no vemos, visitar a un familiar que apreciamos, beber un refresco en la terraza de un bar o sentarnos a leer en nuestro balcón. Estos pequeños regalos que nos damos a nosotros mismos nos hacen mucho más bien del que podamos imaginar y tristemente la mayoría de nosotros nos los negamos aludiendo a la falta de tiempo, pero reflexionemos, sino tienes tiempo para vivir ¿para qué?



No hay comentarios:

Publicar un comentario